Y hasta aquí mi aporte.
Hablemos de cosas serias.
Deshollinadores.
Tengo un buen amigo bombero. No sé la de veces que me habrá dicho que hay intervenciones todos los años porque la gente no limpia las cañerías de sus casas. Las que les proveen de ambiente placentero a su hogar con los niños y el perro correteando por la alfombra.
Cuando se llenan de porquería, se obstruyen, cogen temperatura y se prenden fuego.
Pues bien, parece que en este país es una profesión que no tiene paro. Y no requiere como antaño subir y bajar por la chimenea.
Estos profesionales van a tu casa, conectan un ventilador gigante en la boca de la chimenea y aspiran lo que hay dentro. Parece rápido e indoloro.
Sacan el tarjetero y a otra cosa.
Incluso algunos de ellos se desplazan por comunidades autónomas para hacerlo. Y lo hacen porque no se encuentran.
Eso les permite cobrar más alto.
Especialistas de libro.
Y ahora con la migración hacia entornos más abiertos mucho más.
Estés donde estés casi siempre se piensa en abarcar cuanto más mejor. Pero suele ser una postura errónea. Es el momento en el que más cuesta moverse. Se comprende rápido, pero se hace poco. El miedo supongo.
Si tienes taquicardias frecuentes, ¿qué médico quieres que te atienda? ¿y si cada vez oyes peor?
Y esto lo puedes extrapolar a cualquier especialidad. No pienses en abarcar más, sino en dar servicio a esos clientes que te buscan por encima de todo.
El eterno dilema sobre especializarte o no. Quizás hable de ello algún día.
