Tengo un vecino alto, fuerte y con barba. Si fuera más orondo sería como Bud Spencer, pero en realidad se parece a Vlade Divac.
Aparca al lado de mi coche. Nos saludamos pero nunca hablamos.
Lo mismo es Serbio.
Ayer volvimos a coincidir. Casualidades de la vida llevaba una camiseta del genio de Šibenik. No busques por ahí que no hace falta. Hablo de Dražen Petrović.
¿Será serbio de verdad?
Ese fue el nexo de unión que necesitábamos desde hace diez años para entablar una conversación.
Era grande Petrović.
Mítico. Dijo el serbio.
Eso nos dio pie para hablar un rato.
Le recomendé el documental ese que Vlade Divac vuelve a Serbia a visitar a la familia del malogrado jugador. Dice que lo verá. Ya veremos.
Dražen Petrović falleció en un accidente de tráfico en Alemania en los años noventa cuando iba a una competición. Anteriormente y con la guerra de los Balcanes por detrás tuvieron sus diferencias. Nunca se reconciliaron.
Mi vecino el serbio tiene una pequeña empresa de mantenimientos. Ya ves tú. Diez años aparcando el uno al lado del otro y puede que ahí haya posibilidades comerciales. La próxima vez que le vea profundizaré.
Esto pasa de vez en cuando. Tienes la oportunidad al lado y nunca ocurre nada.
Estos días atrás he hablado con otra persona. Hacía mucho que no sabía de ella. Adiestra perros y tiene dos formaciones que podían haber funcionado mejor según sus palabras. En la venta.
Todas estas cosas que me han pasado ocurren porque se abren ventanas de oportunidad. Muchas sin querer.
Tanto si hay que reconciliarse con antiguos amigos como si quieres vender mejor a tus clientes, es interesante abrir esas ventanas.
Yo no soy psicólogo, ni coach, ni mago de nivel 30, pero si tienes algo que vender y quieres abrir alguna ventana de oportunidad ya sabes que estoy al otro lado.
Hablando se entiende la gente. Y la basca.
Jorge
PD. Hablé de Vlade hace un tiempo. Si quieres leerlo me lo dices y te lo envío.
PD2. Tengo un amigo que casi le habla a las piedras. Y le va bien oye. Lo mismo empezamos a «ligar» por ahí.