Técnica de abuelas para sobrevivir bajo el agua

Como cuando ibas a casa de tu abuela y te daba de comer ese plato tan especial.

Nada único en el género humano, aunque lo creas.

Verás.

Hace unos años se investigó a un grupo que utilizaban una técnica única. Al menos uno que vive en las antípodas. Nueva Zelanda en concreto.

Usaban, y usan supongo, herramientas más precisas que las de los submarinos. Esa herramienta les permite detectar objetos del tamaño de una moneda. Mediante sonidos que impactan.

Lo que pagarían los cazadores de trasteros esos de la tele.

Vamos, que si quieren, no te escapas.

Son tremendamente rápidas.

Utilizan una técnica de abuelas. Pasada de generación en generación.

Una técnica que les permite alimentarse diariamente.

Te la cuento.

Sale a buscar el alimento, que está vivo, y cuando lo localiza lo coge y le da la vuelta. Como si fueran gallinas.

Se quedan inmóviles.

Y en ese momento les suelta el corte final.

Es mamá, pero no es humana.

Es una Orca.

Esa Orca, llamémosla Willy, hace la misma rutina de forma habitual.

Sale a buscar rayas látigo cada mañana.

Las encuentra.

Les da la vuelta como si fueran gallinas.

Las sacude un poco.

Las reparte con la familia.

Se estima que lo hace una docena de veces cada día.

Alimentar cerebros de hasta 50 kilos es lo que tiene.

No hace falta inventar la rueda. Eso es cierto. Tampoco copiar lo que hacen otros.

Y aquí viene el mensaje de todo este mail.

Esta orcas neozelandesas son únicas haciendo esto. Ninguna otra orca del mundo lo hace salvo ellas.

Y oye, las hay en Argentina, Noruega, Japón e incluso la Antártida (estas son amarillentas). También las hay itinerantes y se mueven por muchas partes del mundo, pero lo de voltear las rayas sólo lo hacen las de Nueva Zelanda.

Ahora piensa en cómo ves a una orca.

Grande. Inmensa más bien.

Blanca y negra.

Depredadora.

Juguetona.

Asesina.

Willy.

Todos las vemos idénticas desde fuera.

Pero de lo de la receta de la abuela, nada.

Eso les pasa a muchas webs. Webs de todo tipo.

Desde fuera parecen negocios prósperos. Y no digo que no lo sean. Sin embargo se usan poco para captar atención que genere algo. Son escaparates.

Si alguien llega hasta tu escaparate, ¿qué le ofreces para que se quede?

Piénsalo.

Si después sigues con esa cosa que te dice que tienes opciones que estás perdiendo, pues ya sabes. 

Jorge.

PD1: Mañana te hablaré de una forma de venta que me hizo quitarme miedos casi de un plumazo.

PD2: Hay otras que cogen arenques que se sacan de las redes de arrastre. Se acercan, y con mucha sutilidad, los sacan de uno en uno de la red y se los comen. Flipante.